Febrero del 2010.
Cada vez que salgo a dar un paseo por la ciudad, me llama poderosamente la atención una situación que hace algunos años, cuando era un adolescente, era inconcebible. Y es que cada vez más, a cualquier hora del día o de la noche, se ven grupos de jóvenes de todas las edades y sexo, reunidos en cualquier barrio sin hacer absolutamente nada, excepto fumar y trapichear con drogas.
Estas catervas están normalmente, o apoyados contra las fachadas de los edificios vecinos o sentados sobre los respaldos de cualquier banco público, repitiendo entre si, las mismas posiciones características, como si fueran pases de modelos. Los que están de pie, acostumbran a estar con una mano metida en el bolsillo y la otra sosteniendo un porro, mientras dan saltitos encogidos, como si estuvieran arrecidos de frío o “poseídos por convulsiones neurológicas”. Los que están “encaramados” en los respaldos, cambian los “espasmos saltarines” por “sosiegos continuados”, intercalados con alguna que otra actividad, como es frotarse las manos. Ah, se me olvidaba, acostumbran a estar acompañados con unas cuantas “litronas”, para matar la “sequedad” de la boca, dejada por el “canuto” de turno.
Para completar el cuadro descrito, si los observamos con más esmero, te sorprenderán por su indumentaria. Tienden a llevar gorras de béisbol acopladas a la coronilla, o cubiertos por las capuchas de sudaderas que lucen habitualmente. Seducen por sus cortes de pelo, muy cortos por los laterales y con una cresta alargada en punta, en el centro de la cabeza. Se visten mayoritariamente, con chándal de la marca Niké, de colores escandalosos, y estampados. También los pantalones vaqueros, bajos y cortos forman parte de su atuendo, y parece ser que últimamente se han puesto de moda los abrigos o anoraks, con capucha eso sí, del Breska, Pull and Bear, etc..., gruesos y con predominio de colores blanco y negro. Acostumbran asimismo a llevar tenis de muelle Niké.
Es normal verlos tatuados y acompañados de algún que otro perro, habitualmente de la raza Pit Bull. Pero sobre todo, lo que más llama poderosamente la atención en estos individuos, son los grandes anillos, cadenas y argollas de oro que llevan siempre encima.
Algunos componentes del clan, suelen llevar coches tuneados donde escuchan repetitivamente música flamenca, de reggaeton, rap, o hip hop. Sin demandárselo nadie, nos dan continuamente la paliza con sus preferencias musicales, a todo volumen de decibelios, y a la hora de la siesta o a altas horas de madrugada. Así pasan las horas, calle arriba, calle abajo.
Debido a su multiplicación, incluso nos los sacan en programas de televisión, como “callejeros”, “comando actualidad”, etc., ejemplo de la cultura que acampa por este país de mierda, en estos días. Junto con “surmano, suprimo, sucolega y Shu_niñA_vaShilonA”, suelen ponerse a derrapar, quemar ruedas y hacer carreras con sus coches “Bemeuves” de cuarta mano, por las calles y plazoletas del barrio donde viven.
Se exhiben, sin tapujos y sin ningún tipo de pudor, delante de las cámaras. Con una chulería más propia de un "mono aullador rojo boliviano", que el de una persona normal. Enseñando, los más "vaShilones", montones de billetes de "50 leuros”, cadenas y anillos de oro, producto de sus chanchullos con la coca y el hachís. Y cuando les ponen el “micro” en el hocico, preguntándoles, ¿por qué se comportan de ese modo?, gritan todos al tiempo, con un vocabulario equiparable al de una rata con síndrome de Down, “K PassHaaAaa rManoOo! Nove N´tengo Curro”. Exigiendo a continuación la “manada”, que el gobierno les de una “casa en condiciones” para poder vivir él y su “mare”, porque su “pare” lleva en el “talego” ocho años.
Oigan, como les cuento, ¡con dos cojones!.
He indagado por “el Internet”, a que "profesión útil" se dedican estos miles “ejemplares” que pueblan España, y aparte de los tejemanejes acostumbrados, no he encontrado ninguna conocida que sea provechosa para la comunidad. Pero a ellos les va cojonudamente, ya que tienen cientos de horas libres al año, y el suficiente dinero para lucir tipo, oro y vehículos.
Si para el futuro de la nación, esta es una parte de los “trabajadores” de la que dependemos, el porvenir se nos presenta bastante jodido. Más vale, aún que estamos a tiempo, que cerremos el quiosco, y salgamos todos corriendo a otro país más civilizado, que quedarnos en manos de esta fauna de “Berracus Depravadus”.